¡Sopla, viento!

Como todos los elementos de la naturaleza, el viento es imprescindible. Lo pudiéramos usar más, y aunque a veces nos molesta porque nos despeina o nos tumba los adornos y cierra puertas y ventanas con estruendo, es fundamental para la biodiversidad del planeta.

¿Qué es el viento? Fácil, son corrientes de aires que se generan en la atmósfera cuando hay cambios en la presión, y que van por todo el planeta con funciones muy determinadas.

Es cierto que si es muy fuerte puede perjudicarnos, de hecho es la principal causa de que un huracán sea tan devastador porque el viento puede acabar con hectáreas de cultivos, como hemos comprobado durante toda la vida, también puede levantar como si fueran hilos toda una red de cableado eléctrico y dejar tirado, como si nada, todo lo que creamos erguido y bien cimentado.

De julio de 2005 recuerdo a un vecino, Mota, que en plena ventolera por el huracán Dennis gritaba por la ventana a todo pulmón que soplara más, como si las rachas de viento de más de cien kilómetros por hora no fuera suficiente. En este caso no nos gusta tanto, suele ser muy dañino. Pero esto ocurre solo en ocasiones, el resto del tiempo es bienvenido.

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Sin embargo, el viento es una excelente fuente de energía renovable, amigable con el medioambiente porque es limpia, no contaminante y, además, sostenible. Su empleo para generar electricidad es renovador, poco se necesita y los beneficios son enormes, una alternativa ideal ante la que se extrae de los combustibles fósiles.

De hecho, por esta función es que cada 15 de junio se celebra el Día Mundial del Viento, para promover más su uso y reconocer sus enormes beneficios.

La energía eólica tiene un costo de generación bastante bajo, y lo mejor es que no se agota. No obstante, no se explota al máximo y por esa vía, de acuerdo con las estadísticas, solo se cubre el 4% de la demanda mundial. Un inconveniente es que todavía no se ha conseguido manera de almacenar y toda la electricidad que se obtiene por esa vía hay que consumirla al instante.

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Así mismo, el viento es útil para la agricultura y el mantenimiento de la flora porque favorece la polinización. A través de él se esparcen semillas livianas, polen, también nutrientes y minerales. Gracias al viento se regula la temperatura, y es vital para los animales que vuelan y para el desplazamiento del transporte aéreo y marítimo, a los que les sirve de impulso.

Incluso, ante un episodio de liberación de sustancias y partículas dañinas al aire, el viento tiene la capacidad de poder dispersarlas y limpiar la atmósfera para evitar que nos afecte la salud y que podamos respirar el aire lo más limpio posible. Es responsable de llevar y traer las nubes cargadas de lluvia, aunque en ese ir y venir también nos acerca el polvo del Sahara, como sucede justo ahora y nos parece increíble porque se encuentra a un océano de distancia, a miles de kilómetros. Así es la fuerza y la persistencia del viento, afortunadamente más para bien que para mal, así que aprendamos a aprovecharlo y a protegernos cuando sea necesario.